La llave de oro.*


Imaginémos que el interior de cada persona fuera un paraíso,un bosque o cualquier tipo de lugar natural. Me parece una bonita manera de representar el interior de una persona, ya que no podemos conocer nuestro interior y solo sentirlo.

Ojala existiera en el mundo una llave de oro, de esas antiguas, decoradas de manera excesiva, que sirviera para abrir la puerta a nuestro interior, que simplemente con cerrar los ojos pudiéramos meter la llave en la delicada cerradura de nuestro corazón y viajar hacia adentro. Quizás estamos conectados los humanos entre nosotros, los unos con los otros mediante canales, túneles o caminos que se encuentran en nuestros corazones.

Ayer apareció ante mi un pequeño ser de luz azulada, me decía con su manita que fuera a su lado y yo encantado fui. Me dijo que me concedía un deseo y le pedí que me dejara entrar en el fondo de mi ser. En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba caminando hacia el centro de mi alma

El camino era bonito, era un camino de piedra y en los márgenes estaba todo floreado y lleno de amapolas rojas, se respiraba un olor a colonia de bebe propio de mi estilo infanticida y una pequeña brisa me hizo sentirme en casa.

Comencé a caminar por el camino hasta que llegue a los pies de un gran árbol, el tronco era muy muy grueso y de un típico marrón, y en su corteza había una gran grieta que hacia de puerta, algo en mi interior me dijo que entrara.

Al entrar en el interior del árbol me tube que cubrir los ojos porque todo era de cristal, cuarzo y hielo, continué caminado hasta que llegue a una especia de fuente de mármol blanco donde se encontraba la estatua de una hermosa mujer de pie en el centro y que en una mano llevaba la típica jarra de la que sale agua, y en la otra llevaba una piedra de color rosa, del tamaño de su mano.

El agua de esa especie de manantial era distinta, más azul de lo normal, necesitaba acercarme y tocarla. Me acerque a la fuente y me miré en el reflejo del agua, en el instante en que me miré en el reflejo del agua todo se volvió blanco y me encontré en mi cama.

Lo más curioso de esta historia es que días después me encontré debajo de mi colchón la piedra rosa.